Garantizar la calidad y la seguridad de los productos alimenticios está directamente vinculado con el éxito de una empresa, su permanencia en el mercado y su crecimiento. La seguridad de los productos, como ya lo hemos visto, depende básicamente de aplicar en los procesos Buenas Prácticas de Manufactura; en cuanto a la calidad, podemos decir que su logro depende de que haya calidad en los suministros, calidad de proceso y una cultura de calidad organizacional.
CALIDAD EN LOS SUMINISTROS
La importancia de la calidad en los suministros se puede resumir en esta frase: ¨no se puede obtener mejor calidad en un producto terminado que la calidad de las materias primas con las que es elaborado”, por lo que la selección de proveedores y el control de la calidad de las materias primas en el momento de su recepción es relevante para garantizar la calidad de los productos terminados.
CALIDAD DE PROCESO
Calidad de proceso es la forma de asegurar que los productos elaborados cumplan con las normativas regulatorias, con las especificaciones preestablecidas y con las expectativas y/o necesidades de las personas que los van a comprar. La calidad de proceso interviene desde el mismo instante en que se concibe el producto que se va a ofertar en el mercado y esta calidad debe ser evaluada y controlada en cada subproceso de su manufactura. La calidad de proceso contempla la mejora continua de los subprocesos de producción para minimizar el riesgo de desviaciones con respecto a los resultados esperados y, a la vez, reducir los tiempos de fabricación y los costos de producción (mejorar la eficiencia).
«Una planta de elaboración de alimentos balanceados para animales con Buenas Prácticas de Manufactura, promueve la seguridad en el consumo de los alimentos que produce y garantiza el cumplimiento de las regulaciones zoosanitarias».
Tener calidad de los procesos trae como consecuencia la obtención de productos que cumplen con sus especificaciones de calidad, además, se optimizan los recursos, se reducen pérdidas económicas por reprocesos o por devoluciones y se mantiene el prestigio de la empresa.
Para garantizar que lote por lote los productos mantengan sus características de calidad, es necesario que todos los procesos y sus subprocesos estén debidamente planeados y supervisados; que sus resultados sean revisados y verificados contra especificaciones o requisitos (evaluación de su eficacia) y, en caso de detectar fallas, realizar las acciones correctivas necesarias para su resolución. Todo lo anterior está considerado en la norma internacional ISO 9001:2015 Sistemas de Gestión de la Calidad (SGC)- Requisitos. En cuanto a la organización, la misma norma establece que es necesario planear, en base a los objetivos establecidos, lo que se tiene que hacer, cómo se hace, cuándo se hace, en dónde se hace y quién o quiénes van a participar en su realización. En síntesis, un SGC permite dar un seguimiento oportuno a cada uno de los procesos para mejorar la calidad o garantizar la calidad de los productos que son elaborados.
CULTURA DE CALIDAD ORGANIZACIONAL
Se dice “el activo más importante en toda empresa es su capital humano” y así es, es el compromiso de las personas y su ánimo por hacer siempre las cosas de la mejor manera, lo que permitirá el éxito y el logro de los objetivos de la empresa.
Cuando hay una cultura de calidad, los empleados conocen sus responsabilidades, están dispuestos a realizarlas apegándose a las buenas prácticas establecidas, son participativos y saben trabajar en equipo; también saben que sus propuestas de mejora son escuchadas y analizadas. El director Académico del Tecnológico de Monterrey José Humberto Cantú Delgado, autor del libro “Desarrollo de una Cultura de Calidad”, define a esta cultura como: «el conjunto de valores y hábitos que posee una persona, que complementados con el uso de prácticas y herramientas de calidad en el actuar diario, le permiten colaborar con su organización para afrontar los retos que se le presenten, en el cumplimiento de la misión de la organización».
¿Y por qué es importante la calidad?: por el elevado costo que implica hacer las cosas mal y sin orden, tener reprocesos, desaprovechar los recursos tanto humanos como materiales, corregir errores continuos, no evitar el desperdicio, etc., y también, por la ventaja competitiva que produce el brindar siempre a los clientes productos con garantía de su calidad y confianza en la seguridad de su consumo.