Verônica Lisboa/Sidney Fernandes
La relación entre los seres humanos y las mascotas se ha establecido desde hace siglos, sin embargo, en la última década, el concepto de mascota o animal doméstico como parte efectiva de la familia se ha convertido en un hecho (Borges et al, 2011).
La importancia de los animales de compañía en nuestras vidas se basa en el concepto de vínculo humano-animal, que es la “relación mutuamente beneficiosa y dinámica que existe entre las personas y otros animales en la que influyen comportamientos esenciales para la salud y el bienestar de ambos” (Wollrab et al., 1988). Este concepto ha defendido a las mascotas como compañeros y miembros de la familia, convirtiéndolas en una parte esencial de la vida cotidiana para muchos (Friedmn & Son, 2009; Crawford et al, 2006; Bodsworth, W. & Coleman, G.J., 2001).
Es un mercado que prospera incluso en tiempos difíciles, como la reciente pandemia, y tiene un alto índice de crecimiento. De acuerdo con Henderson (2023), impulsado por la creciente conciencia de la salud y el bienestar de las mascotas entre los dueños de mascotas, el tamaño del mercado de cuidado de mascotas de América Latina alcanzó los US $ 10.2 mil millones en 2022, com uma projeção de US $ 14.2 mil millones para 2028. En cuanto al país, el mercado se ha dividido en Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile, Perú y otros. Entre estos, Brasil goza de la posición de liderazgo en el mercado.
Naturalmente, junto con este crecimiento, el interés por promover una vida larga y saludable se ha vuelto cada vez más relevante entre los propietarios de perros y gatos. En este sentido, la nutrición para mascotas ha conquistado el mercado en los últimos 10 años (Bragança et al, 2021) y cada vez son más las personas que intentan comprender el papel de la nutrición en la promoción de la salud, el bienestar y la longevidad (Yabiku, 2003).
La industria de alimentos para animales de compañía ha respondido a los deseos de los propietarios ofreciendo una amplia gama de productos que no sólo satisfacen las necesidades nutricionales, sino que también están diseñados para satisfacer el estilo de vida y/o la etapa de la vida de la mascota, así como para mejorar las condiciones asociadas a enfermedades (Rocha et al, 2008).
Entre los ingredientes que satisfacen esta necesidad se encuentran los aditivos, que aportan el beneficio no sólo de mejorar la nutrición, sino también de contribuir a la salud y el bienestar, incluidos los prebióticos. Los prebióticos son ingredientes fermentados selectivamente capaces de inducir cambios en la composición y/o actividad de la microbiota gastrointestinal y, por tanto, conferir beneficios para la salud del huésped (Gibson et al, 2010).
Para que un ingrediente alimentario sea clasificado como prebiótico, debe cumplir ciertos requisitos, como: resistencia a la acidez gástrica, hidrólisis por absorción gastrointestinal, fermentación por la microbiota intestinal, estimulación selectiva del crecimiento y/o actividad de bacterias intestinales asociadas con la salud y el bienestar. Los prebióticos se han definido recientemente como “un sustrato que es utilizado selectivamente por los microorganismos del huésped, confiriendo un beneficio para la salud” (Gibson et al, 2017).
El objetivo principal de la suplementación con prebióticos es promover el crecimiento de bacterias beneficiosas en el intestino, ya que esto desempeña un papel vital en la salud de las mascotas. Probablemente haya oído o leído la expresión: “el intestino es el segundo cerebro”. Esta expresión también se aplica a los animales de compañía. La relación entre estos órganos se denomina “eje intestino-cerebro” y uno de los principales factores responsables de esta conexión es la microbiota (Dinan & Cryan, 2017), que regula el desarrollo y la función del cerebro a través del eje neuroendocrino y neural (mediante el sistema nervioso entérico y el nervio vago) (Bohorquez, D. 2020).
Se trata de una comunicación bidireccional (Koshkey, 2022). Es importante señalar que el comportamiento de los animales domésticos puede modularse mediante una serie de factores: cambios en la microbiota, dieta saludable, suplementos nutricionales, actividad física y enriquecimiento ambiental. La disbiosis puede deberse a factores internos o externos, entre los que se incluyen: la dieta, el uso de antibióticos, prebióticos y probióticos, factores genéticos, la edad, la raza y el estrés (Figura 1).

El uso de prebióticos es beneficioso porque estimulan el crecimiento y la actividad de una o varias especies de bacterias en el colon. Estas herramientas tienen como objetivo satisfacer necesidades específicas, combatiendo los principales desafíos provocados, o agravados, por la disbiosis, tales como: diarrea, vómitos, obesidad, cambios en el apetito, pérdida de vitalidad, dolor en las articulaciones, distensión y dolor abdominal, estreñimiento, trastornos del sistema inmunológico, depresión, síndrome del intestino irritable, alergias, entre otros (Clemente, 2021). (Tabla 1)

Entre los prebióticos más conocidos en la nutrición de mascotas se encuentran los oligosacáridos mananos, los fructooligosacáridos y los galactooligosacáridos. Su uso, en combinación o de forma aislada, aporta beneficios concretos a perros y gatos, como: una mayor producción de ácidos grasos de cadena corta, un aumento de la población de bacterias beneficiosas (Lactobacillus y Bifidobacterium), una disminución de la población de bacterias indeseables (Escherichia coli.) (lo que indica una modulación de la microbiota), un aumento de la tasa de fagocitosis de Staphylococcus aureus y E. coli, de las células polimorfonucleares y del estallido oxidativo (lo que indica una acción positiva sobre el sistema inmunitario), el mantenimiento de una buena puntuación fecal (escala de Bristol) y de una ingesta alimentaria adecuada, sin registros de rechazo. Está claro que la búsqueda de soluciones seguras y saludables es una realidad y está aquí para quedarse.